Te propongo un juego.
Cambiemos quienes
somos por un momento.
Yo seré la soledad
y tú serás mi aliento.
Me pondré esa piel
que tanto pesa.
Te pediré ese
espacio en el que ordeno mis ideas.
Tú vendrás con todo
al aire y las riendas sueltas.
Me hablarás de
sentimientos y de grietas.
Yo me asustaré. Y
cerraré la puerta.
Te costará aprender
a caminar
sin el lastre de
tus piernas.
No es sencillo
levitar, así de primeras.
Yo no me moveré.
Por si todo se
desordena.
Te pediré con la
poca dulzura que me queda
que te guardes tu
protección y tu cariño
y que observes
desde fuera.
Te propongo un
juego.
Ponte mis alas.
Yo me pongo tu
argumento.
A lo mejor así
comenzamos a
entendernos.
Te coseré esa
cuerda elástica que llevo yo cosida
que ha cedido con
el tiempo y ha perdido la medida.
Se ha dado de sí en
lo que empujas
y se ha quedado
corta en lo que tiras.
Te demostraré de
cualquier forma
que no tienes nada
que yo necesite.
Luego te miraré
esperando que interpretes
que soy un imposible.
Te propongo un
juego.
Dejemos de ser
nosotros, por un momento.
Tú con pasión me
explicarás tus sentimientos,
yo con cordura te
diré que lo siento, que en mi alma ya es invierno.
Que confundí el
cariño con las curvas de tu cuerpo.
Que no puedo llenar
nada porque yo no estoy completo.
Que demasiadas
cosas me dan miedo
y entonces tú
me propondrás un
juego.