He tenido ganas de
contarte tantas cosas
sencillas,
cotidianas, que suceden en mi vida.
He
adoptado un gato,
lo
he llamado Señor, porque me recuerda a ti.
Aprendí
a tocar la guitarra
para
componerte canciones en mi terraza.
He
pintado las paredes de mi casa
de
un color indefinido que no pega con nada.
He
sentido el impulso de compartir contigo
la
música que descubro.
Canciones
tristes cuando soy consciente de que ya no estás.
Canciones
duras cuando creo que puedo un poco más.
Me
he torcido el tobillo bailando
expulsando
esta energía rabiosa que me está contaminando.
Y
he llorado.
Porque
el mundo me parece feo.
Luego
me consuelo
me
disipo como el humo y después me contoneo.
He
roto tres platos mientras los secaba
en
la cocina no cabían mi cuerpo y mi alma.
Tengo
plancha, mucha ropa por planchar.
Y
he vuelto a acordarme de ti.
Hay
tantas cosas que desearía contarte
paseando
por mi cabeza sin callarse.