20 diciembre 2015

20D



Hace un radiante domingo.
En un diciembre casi agotado, el sol no quiere marcharse.

Entre todos mis desbarajustes ha nacido algo que tiene sentido.

Hoy, un papel en una caja de cristal me da la vana sensación de que puedo tomar parte,
de que puedo elegir.

Intento que mi cabeza, tendente al caos, tome la mejor decisión,
pero es como si le diesen a elegir cuatro objetos con los que ser golpeada.

Ninguno. No me vale ninguno.

Al final elijo que la decisión la tome alguna otra parte.

Aquella que suele tomarlas siempre.

Me gustaría que no hubiese personas buscando en los contenedores.
Me gustaría que dos personas que se aman puedan hacer oficial lo que sienten.
Que una mujer pueda elegir que vida tener sin que otros se la impongan.
Me gustaría que el dinero no fuese una ventaja frente al intelecto.
Que a los gobiernos les preocupara de verdad en lo que estamos convirtiendo
el planeta que habitamos.

Los idealistas siempre morimos de realidad.

El problema no son ellos.
El problema somos nosotros.

Ya lo tenemos sucio todo.

Me olvido de hacer las cosas de forma útil.
Sus opciones no encajan en mis moldes.

Somos minoría.
Por eso sabemos que estamos en lo cierto.