Tengo en la mesilla un jarrón de flores marchitas.
Me hacen compañía en este estado de letargo
que ahora es mi vida.
Arrastro el peso de este barco
encallado en la orilla.
Me estoy acostumbrando a maquillarme la sonrisa.
El teléfono suena de fondo a lo lejos
pero no sé donde lo he puesto.
La luz del día filtrada por las rendijas de la persiana
y mi cuerpo inerte oscilando sobre la cama.
El polvo se acumula en el suelo
puedo ver las huellas del trayecto
del baño a la cama, de la cama al baño
y vuelta a empezar de cero.
Paro los relojes.
No me interesa saber qué hora es.
Pierdo la noción del tiempo.
Mi organismo trabajando a ralentí
sin el empuje y sin la fuerza que gasté
por correr detrás de ti.
pero no sé donde lo he puesto.
La luz del día filtrada por las rendijas de la persiana
y mi cuerpo inerte oscilando sobre la cama.
El polvo se acumula en el suelo
puedo ver las huellas del trayecto
del baño a la cama, de la cama al baño
y vuelta a empezar de cero.
Paro los relojes.
No me interesa saber qué hora es.
Pierdo la noción del tiempo.
Mi organismo trabajando a ralentí
sin el empuje y sin la fuerza que gasté
por correr detrás de ti.