Añoro
esos pozos vacíos
que parecían ojos
y esos andamios mal apoyados
que eran tus brazos.
Esa jaula de aves paradisíacas
que componían tu cabeza,
tu clima helado y tus quimeras.
Añoro
abrir tus hojas y leerlas
con los dedos,
caminar a ciegas
por tus desfiladeros.
Caer al vació
y despertar contigo
porque solo era un sueño.
Añoro
esa mirada interrogante
que prefería suponer a preguntarte
y aquella boca que cada vez
que me besaba,
sin darse cuenta
hacía arte.
sin darse cuenta
hacía arte.