Nos encontramos un día
en un sendero retorcido y estrecho
volviendo cada uno de nuestro infierno.
Recogiendo pedazos desperdigados por el suelo.
Y nos agarramos fuerte
atenazados por el miedo.
Cuando estás perdido
te sirve de guía
cualquier aliento ajeno.
Llevábamos tanto tiempo a oscuras
que eramos casi ciegos,
torpes y descoordinados
como hojas secas
balanceadas con el viento.
Estrepitosamente su soledad
chocó con la mía
y en ese big ban nació
nuestro punto de partida.
Durante un rato
caminamos juntos
buscando la salida
él queriendo volver al principio
y yo sabiendo que no existía.
Nos convencimos tanto
que nos creímos nuestras mentiras
al gesto vacío del otro
llamábamos compañía.
Una noche mientras él dormía
me subí a lo alto de un árbol y divisé la salida.
Él no quiso escapar
Se quedó buscando el punto de partida
y yo me fui
y yo me fui
porque ya sabía que no existía.