03 mayo 2016

Una silueta en la arena mojada




Me he venido a la playa a sumergir en el agua salada
las huellas de una pena mal curada.

Quería estar sola y caminar por la orilla.

Siempre llevo conmigo las hojas en blanco
esperando llenarlas con todas esas cosas que tengo atascadas.

Estoy preocupada, desde hace un tiempo no me inspira nada.

Imagino a mis musas vapuleadas, intentando ponerse de pie
mientras las olas las derriban.

Intento convencerme de que es imposible que se me hayan
agotado las palabras.

Me siento en la arena mojada y al mirar a la linea horizontal que separa los azules
me doy cuenta de que son menos azules de lo que eran.
El aire húmedo y frío de abril en una playa es menos húmedo y menos frío de lo que era.

Y dudo si seré aquella mujer de nuevo,
dudo si podré ser otra mejor o solo seré su sombra.

Anochece y me ha sorprendido la oscuridad  en la misma posición.

A cien metros de mí una silueta sentada sobre arena mojada, como yo.

Imagino una ficticia conversación en la que me aproximo y pregunto:
-¿Tú que tienes roto?-
Porque algo tienes roto si te sientas de noche sobre la arena mojada 
y se te pasan las horas sin darte cuenta con la mirada perdida en una línea imaginaria.

Me incorporo lentamente con los huesos entumecidos de la postura y el frío
y no sé si quiero irme a ningún sitio.

Me he venido a una playa, como hacía de niña cuando la vida me asustaba
y creía que no había nada que el agua salada no limpiara.

Tendré que acostumbrarme a este azul menos intenso
y a este frío moderado.

Quería estar sola y caminar por la orilla.
Ordenar las ideas para que me entraran en la vida.

Me alejo poco a poco de esa silueta sobre la arena mojada
que se queda en quietud fijada a esa línea imaginaria.