Estoy dentro de un laberinto y no encuentro la salida.
Olvidé que bastaba con atar un hilo y marcar así el camino recorrido.
En ese tramo de setos altos ya estuve hace un rato y no llevaba a ningún lado.
Esa piedra ya la vi,
por aquí ya hemos pasado.
El verdadero adiós no es marcharse,
el adiós llega un poco más tarde
cuando ya no reconoces al otro como una parte.
El adiós es saber que ya no estás
aunque tu presencia permanezca
perder el miedo a que solo existieras
en mi cabeza.
El verdadero adiós
es cuando sabes que ya no.
Dudar demasiado y no salir corriendo
a dibujarte trayectos de un lunar a otro,
no subir corriendo hasta tu boca ni precipitarme en tus ojos.
Por aquí ya pasé
reconozco las huellas desdibujadas que dejé al correr.
Olvidé que bastaba con atar un hilo y marcar así el camino recorrido.
En ese tramo de setos altos ya estuve hace un rato y no llevaba a ningún lado.
Esa piedra ya la vi,
por aquí ya hemos pasado.
El verdadero adiós no es marcharse,
el adiós llega un poco más tarde
cuando ya no reconoces al otro como una parte.
El adiós es saber que ya no estás
aunque tu presencia permanezca
perder el miedo a que solo existieras
en mi cabeza.
El verdadero adiós
es cuando sabes que ya no.
Dudar demasiado y no salir corriendo
a dibujarte trayectos de un lunar a otro,
no subir corriendo hasta tu boca ni precipitarme en tus ojos.
Por aquí ya pasé
reconozco las huellas desdibujadas que dejé al correr.