En lo que tú avanzabas dejando marcas en el camino,
yo me he detenido.
Me quiero más de lo que imaginaba,
y me he asustado pensando que hay días en que no sirvo
ni sirve mi compañía.
Ajustándome las piezas
hasta ser justo lo que necesitas.
Hoy quería ser más
y en ese más he puesto la medida.
No sabes lo bonita que suena mi risa
ni lo agradecida que es mi piel a las caricias.
No sabes lo concentrada que estoy en la cocina
ni las infinitas conversaciones que puedo mantener
mientras sujeto contra el pecho mis rodillas.
Me he levantado temprano
para preparar el mejor desayuno que jamás haya preparado.
En homenaje a nosotros
y a nuestro constante empeño de esquivarnos.
Me he sentado frente a una sombra
que siempre estuvo sobre nosotros, planeando.
Tostadas, café, bollos y fruta.
La mesa llena de comida.
La noche ha sido larga y oscura.
Era el último cartucho antes de darnos a la fuga.
Desayuno despacio,
imaginando todas las cosas que no dijimos cuando pudimos.
Y lo suelto todo de golpe contra el vacío que tengo enfrente.
Que te quise.
Pero ya no.
Que en el rincón del placer
solo nos queda dolor.