He caminado tan rápido que no me he fijado en las vistas.
Ahora llego aquí,
donde tanto deseaba estar,
y me parece un lugar cualquiera.
Camino hacia atrás,
pisando las mismas huellas que dejé al avanzar.
Como si nada hubiese pasado en este tiempo
como si hubiésemos cogido un atajo
que nos ha traído de regreso.
El camino era lo mejor de mi proyecto.
No era el ritmo del paso ni el destino,
lo que importaba era el trayecto.
En marcha atrás a ritmo lento
voy desaprendiendo
esa estúpida costumbre
de ir corriendo a todas partes.
Agacho la cabeza y cojo aire.
No pasará nada porque me pare.
Meto las manos en los bolsillos,
a medida que me hago viejo
todo parece más sencillo.
Las cosas vienen y se van.
Y lo que importa es el camino.