Rondan hambrientos los demonios
consumiendo la belleza de sus ojos
que ahora son tristes y vacíos.
Se han llevado el brillo
y han dejado en su lugar
la profundidad de un precipicio.
Un oscuro abismo
que contenía el caos
desde el principio.
Y así sin luz
no parecen los mismos,
parecen dos rocas heladas
producto de un espejismo.
Rondan ansiosos los demonios
deteniendo las olas de tus ojos
transformando en ruido aquel sonido
que era tu voz susurrando en mis oídos.