30 noviembre 2015
Soy
Soy la flor que ya no riegas
la marchita presencia que decora tu encimera.
Soy la voz que ya no escuchas
haciendo eco entre otras muchas.
Soy la puerta abierta que golpea con el viento
contando los días y quedándose sin dedos.
Soy el enredo de tu pelo
pasándome las manos arrastro tu recuerdo.
Soy el agua que ya no te moja
resbalando gota a gota por tu raíz y por tus hojas.
Soy las palabras que se han quedado dentro
a falta de aire que las haga vibrar.
Soy la botella vacía que recogiste al naufragar.
Soy la humedad que se filtra por tus grietas
el placer con que alimentas la humanidad que te queda.
Soy la fiera domesticada y eso ya no te interesa.
Soy el cuerpo que habitabas
cuando el deseo traspasaba
las pesadas capas que tu cuerpo soportaba.
Soy el hueco en el que encajan
todas tus tormentas.
La pared que golpeas cuando llega la tristeza.
Soy la zona confortable
que aún resiste tu desastre.
Providencia
Llegó mi turno de entrar en la habitación.
Aquella señora de piel acartonada, cuyos ojos excesivamente maquillados podían ver tu alma,
llevaba muchos años haciendo aquella suerte de ritual que indicaba cual era tu propósito en la vida.
Providencia. Así se llamaba.
Todos en algún momento debíamos sentarnos frente a ella.
Entré en esa habitación oscura con más curiosidad que miedo.
Todos sabían a que iban a dedicarse en la vida dependiendo de lo que ella les decía.
A mi amiga Sole le dijo que su capacidad era entender cálculos complejos.
Y a mi amigo David que la suya era cuidar a la gente.
Ella no te decía a que debías dedicarte o que tenías que estudiar.
Solo te indicaba cual era tu cualidad primordial y dejaba en tus manos que tomaras,
en torno a ella, la elección correcta.
en torno a ella, la elección correcta.
Me senté en una silla vieja de madera que crujía al menor movimiento.
Aguante la respiración mientras reunía valor para mirarla a los ojos.
Dentro de esos arcos de colores estridentes había dos ojos pequeños y redondos que miraban con
una profundidad desconocida para mí.
-No tengas miedo- me dijo.
-No lo tengo - susurré.
Tengo que hacerte tres preguntas, debes responder rápido sin pensar demasiado y debes decir la verdad, porque si no es así, lo sabré, luego cerrarás los ojos y extenderás las manos con la palma hacía arriba y yo las cogeré.
-¿ Dónde estás?-
-¿ Qué te sobra?-
-¿ A qué temes?-
-En tu casa-
-Intensidad-
-A que mi cuerpo siga viviendo cuando mi alma deje de hacerlo-
Cerré los ojos, extendí las manos y sentí como ella las recogía entre las suyas.
Un calor cercano se fue extendiendo por mis brazos, duró a penas unos segundos.
-Tu capacidad es comprender-
Soltó de golpe, sacándome de ese trance de calor y oscuridad en el que me había sumergido.
-¡¡¿Cómo?!!-
-Tu capacidad es comprender- repitió en tono neutro como si le hubiese preguntado qué día era hoy.
¿ Que significa eso?
Tu capacidad será comprender la naturaleza humana.
¿ Para que sirve eso ? ¿ Que se hace con eso ?
En una catarata de preguntas sin respuesta me empujo hasta la salida.
Todos sabían qué hacer con su capacidad, todos menos yo.
Nadie que yo conociese había cuestionado las palabras de Providencia, ni habían tomado un camino distinto al que ella les mostraba.
Nadie que yo conociese había recibido una respuesta que no entendiese.
Cuando llegué a casa, decidí mentir.
Mi familia esperaba nerviosa en torno a una mesa con café y galletas.
Dudé por una fracción de segundo entre la verdad y la comodidad de lo sencillo.
Escribir. Mi capacidad es escribir.
Todos saltaron de alegría porque esa era la única respuesta que esperaban oír.
Han pasado 30 años por mi cuerpo y por la vida desde que Providencia soltó mis manos.
Hace un par de noches, mientras daba vueltas en la cama porque las preocupaciones no me dejaban espacio para estirar las piernas, recordé sus ojos pequeños y redondos.
Soñé con ser niña otra vez y encontrarme de nuevo frente a ella,
pero en mi sueño ella no me cogía las manos, ni siquiera me miraba, con
absoluta indiferencia y gesto cansado me decía que mi capacidad era escribir.
Yo le rebatía que no era esa y en una rocambolesca discusión de sí y no transcurrían las horas
en mi sueño.
Me desperté angustiada y me lance a la cocina para buscar un vaso de agua
al regresar encontré una nota de papel sobre la cama.
Podrás actuar como si fueras otra persona
como si fueran verdad las cualidades con las que te decoras
pero cuando se apague la luz y te encuentres a oscuras y a solas,
ya no habrá en tu esencia nada más que sombras.
Y lloré porque yo era una persona
y no había conseguido comprenderme.
29 noviembre 2015
No me toques
No me toques
no quiero que notes
la tormenta que desatas.
No me toques
¿aún no sabes que tus roces
me parecen puñaladas?
No quiero que percibas
la inexplicable facilidad
con que me dominas.
No me toques.
No quiero que notes
el desastre que provocas.
No pasees tu cercanía
por mi piel gastada.
Olvido lo que viene luego
en los tres metros que separan
tu corteza de tu cama.
Que difícil contenerte
evitar tu mirada
el sexo que desprendes
el espacio que reclamas.
No me toques
No quiero que notes
mis fibras desatadas,
las piezas que me faltan...
no quiero que notes
lo mucho que me rompes.
no quiero que notes
la tormenta que desatas.
No me toques
¿aún no sabes que tus roces
me parecen puñaladas?
No quiero que percibas
la inexplicable facilidad
con que me dominas.
No me toques.
No quiero que notes
el desastre que provocas.
No pasees tu cercanía
por mi piel gastada.
Olvido lo que viene luego
en los tres metros que separan
tu corteza de tu cama.
Que difícil contenerte
evitar tu mirada
el sexo que desprendes
el espacio que reclamas.
No me toques
No quiero que notes
mis fibras desatadas,
las piezas que me faltan...
no quiero que notes
lo mucho que me rompes.
Esa nube que te rodea
Se te escapa la tristeza a través de ese muro que has levantado.
Miro tu tristeza y me pregunto si eres tú capaz de verla.
Allá donde tu vas ella te rodea.
Contamina lo que toca y tú la dejas.
Soy complicado.
Soy oscuro.
No me quieras.
Hago daño.
No quiero hacerlo.
Pero estas son mis maneras.
No puedo cambiarlas.
Y además no quiero.
Soy retorcido.
Pero no idiota.
Hago infelices a quienes me quieren
con frases como esta.
Pero no soy idiota.
Aunque lo parezco.
No siento nada.
Yo no tengo amigos.
Lo único que hago es mirarme el ombligo.
No se si soy feliz
y no quiero responderme.
Tampoco me importa
el cariño de la gente.
Y no te lo tomes mal
pero no veo lo que sientes.
Si alguien me necesita
el compromiso se me hace exigente.
A mi me gusta a mi ritmo,
y que los demás me sigan la corriente.
Esas frases dice tu boca cuando tú no estás presente.
Y yo escarbo como loca buscando los defectos
y tristeza es lo único que encuentro.
Filtrada por los muros de hormigón que has levantado,
tus ojos cuentan una historia diferente y no te siguen el engaño.
Y esa tristeza no me deja ver lo que escondes debajo
y te has puesto tantas capas que no sé si queda algo.
He soplado y he soplado hasta quedarme sin aire en los pulmones
intentando disiparla para ver al otro lado.
Márchate.
No me quieras.
Estoy resquebrajado.
Puedo ser algo mejor
pero solo puedo un rato.
Y he dejado de soplar
porque tu tristeza pesa demasiado.
27 noviembre 2015
Ascensores
Hemos descendido.
Pasamos de un cuarto a un primer piso.
Hemos empeorado las vistas, y ahora hace más ruido.
Miro la calle a través de unas rejas que están llenas de metáforas.
Ya no somos creíbles
matemática secuencia de los fallos posibles.
Hemos descendido
y ahora estamos atrapados en el medio.
Hay tantas cosas que podría echar de menos.
Aquella ventana siempre abierta a la que me asomaba
cuando el calor del interior me sofocaba.
La manera sutil en que te aproximabas
paseando las manos por mi cadera
y acercándote a mi espalda.
Aquella alfombra en la que me tumbaba
a contarte historias que a tu gravedad no le importaban,
te sentabas en el sofá y me observabas
mientras yo hacía tiempo para conocerte en medio.
Aquella encimera donde cortabas los limones en rodajas.
Aquella a la que me subía para que tu cuerpo me encajara.
La misma sobre la que lloré desconsolada
cuando entendí que no podías ofrecerme nada.
Echo de menos aquella casa.
Allí se quedaron fijadas a las paredes aquellas primeras veces.
Echo de menos aquel ascensor.
Aquel movimiento de ascensión que empujaba esas mareadas mariposas
a escaparse por mi boca.
Nunca 19 segundos duraron tanto.
En ese corto espacio de tiempo
mientras te miraba
y el aire no entraba.
Hemos descendido
y noto que nos falta
la magia del principio,
esta necedad de insistir
cuando todo lo que queda
es desperdicio.
Hemos descendido
y se me han extraviado
mariposas por el camino.
25 noviembre 2015
Estaré aquí
Estaré aquí
Cuando pasen las nubes
cuando dejes de sentirte
como la nieve cayendo.
Cuando necesites oídos
abrazos o besos.
Cuando sientas que nadie más
puede entenderlo.
Cuando te sacudas el caos
y pierdas miedo al movimiento.
Cuando encuentres hueco
o cuando te sientas lleno.
Estaré aquí
Cuando llueva de nuevo
aunque no dejes de sentirte
como la nieve cayendo.
Cuando no precises oídos
abrazos o besos.
Cuando creas que
no puedo entenderlo.
Cuando te sumerjas en el caos
y ya no haya movimiento.
Estaré aquí
en esta isla que he creado
cuando llenes tus huecos con otras almas
o aunque esos huecos sigan vacíos.
Esta ciudad
Esta ciudad tiene demasiada gente,
demasiado ruido.
Aquí tardamos una hora y media en coche para recorrer 20 km.
30 minutos de cola para ver un estreno.
Aquí nadie presume de tiempo.
Aquí todo gusta deprisa.
Y cansa deprisa.
Aquí trabajas para pagarte la vida
en un bucle continuo que no tiene salida.
Adquieres más cosas.
Más cosas te esclavizan.
Aquí los paraísos en dos minutos son ceniza.
Y los días se disipan entre gimnasios y oficinas.
aquí no se malgasta ni una pizca de energía.
Esta ciudad plastificada
en apariencia moderna
te zarandea todo el tiempo
para que nunca te duermas.
Si no duermes, no sueñas.
Si no sueñas no piensas.
Y así parecemos un poco mas ovejas.
Este rebaño se nos ha ido de las manos.
No me hables de daños a mí
Parece que quisieras remover
el daño que hiciste para refugiarte en él.
A cada instante lo recuerdas
¿ Acaso crees que lo olvidé ?
Cuanto más me hablas del daño
que pudiste hacer
para que me marche
y me haga fuerte,
mas ímpetu pone mi ser
en chocar de frente.
No me hables de daños a mí,
yo soy valiente.
Aquí los tienes.
Para que veas que los mantengo,
que no los cargo como un peso
que me hacen fuerte los huracanes
y mejoro tras los golpes.
Ahora tengo resistencia,
ahora vienes transparente
eres tú quien tiene nubes
yo no quiero protegerme.
Si algún día me rompiera
definitivamente
no podría negarle a mi alma
lo que siente
bucea en las entrañas,
pero todo lo comprende.
No sabe latir sin arriesgarse
y vuelve siempre malherida
es audaz y no se frena
tus advertencias la motivan.
Yo sentí
mis soportes crujir
pero he sabido incorporarme
y reaprender a vivir.
No me hables de daños a mí.
el daño que hiciste para refugiarte en él.
A cada instante lo recuerdas
¿ Acaso crees que lo olvidé ?
Cuanto más me hablas del daño
que pudiste hacer
para que me marche
y me haga fuerte,
mas ímpetu pone mi ser
en chocar de frente.
No me hables de daños a mí,
yo soy valiente.
Aquí los tienes.
Para que veas que los mantengo,
que no los cargo como un peso
que me hacen fuerte los huracanes
y mejoro tras los golpes.
Ahora tengo resistencia,
ahora vienes transparente
eres tú quien tiene nubes
yo no quiero protegerme.
Si algún día me rompiera
definitivamente
no podría negarle a mi alma
lo que siente
bucea en las entrañas,
pero todo lo comprende.
No sabe latir sin arriesgarse
y vuelve siempre malherida
es audaz y no se frena
tus advertencias la motivan.
Yo sentí
mis soportes crujir
pero he sabido incorporarme
y reaprender a vivir.
No me hables de daños a mí.
Nubes en las entrañas
Me gusta tanto tu compañía
iría al fin del mundo contigo
y tus rarezas.
Me tienes loca la cabeza.
No puedo dejar
de perseguir tus huellas.
Quisiera borrar de un soplido
ese peso en los hombros
que arrastras contigo.
Pensaba que con tu cuerpo
me bastaba.
Con ser la mujer
en que tú me transformabas.
Pero me gusta cuando hablas
cuando dejas pasar la luz
y te relajas.
Cuando sonríes
y se forman nubes
en mis entrañas.
Cuando nos quedamos
perdidos
porque giramos y dudamos demasiado
pero debo confesar
que yo bajo al infierno
si me llevas de la mano.
¿ AMOR ?
Es el día contra la violencia de genero.
Los humanos somos así.
Tenemos días para esto.
Días para tomar conciencia de que hacer daño físico o psicológico a otros está mal.
Está mal dañar a cualquier ser vivo.
A cualquier humano, sea del sexo que sea.
Y para ser más específico está mal dañar a quien dices amar.
Maltratar a alguien más débil es la mayor de las cobardías que podemos poseer los
seres humanos.
Justificar esa cobardía con argumentos de amor o posesión.
Lo hago por que te amo.
Porque eres mía.
Porque si no te quiero yo, nadie más lo hará.
Porque vales poco.
Porque te mantengo
o porque no tienes a donde ir.
Hay un problema también haciendo de fondo a este,
nuestra incapacidad para reconocer qué es amor y qué no lo es.
Cuando intento comprender el mundo en el que vivo siento mucha rabia,
tanta, que escribo.
Hoy hemos sembrado esto:
¿ AMOR ?
Los insultos no son amor,
ni lo son los celos,
ni el miedo.
Los golpes no son amor,
ni la posesión,
ni las marcas oscuras que trazan tu cuerpo.
Si le ves inferior, no es amor
si no te hace feliz, no es amor.
Hay tantas formas de maltratar sin usar las manos
infinitas formas de hacernos daño.
Llamamos amor a tantas cosas que no lo son.
A los caprichos, a lo imposible, a cualquier obsesión.
Llamamos amor al deseo, porque nadie nos enseñó a diferenciarlo.
Llamamos amor a lo primero que nos hace sentir algo,
al empeño inquebrantable de sentirnos importantes.
A no saber marcharnos.
A la estúpida costumbre de que ya estás a mi lado.
El amor está sin definir
por eso vamos equivocados.
Cada uno lo describimos según nos hayan amado.
El amor para mí
es ser feliz contigo o sin ti.
Y que lo seas tú
o que al menos te aproximes.
24 noviembre 2015
Estallidos
Me he quedado sentada en este lado de la calle,
allí, en la otra acera, por donde nunca pasa nadie.
En la otra estás tú y tu soledad inabarcable.
Desde aquí tus cadenas parecen más grandes.
¿Quién soy yo para salvarte?
Te has quedado inmóvil. No sabes desplazarte.
Si no fluyes con la vida, estás perdido.
Te relajas un segundo y a la vuelta
está todo distinto.
Planear no sirve.
Se vive por instinto.
Controlarlo todo es imposible.
Siempre puedes despistarte.
Deja que te arrastren.
Súbete a unas alas que se elevan cuando arden.
Tu compañía me hace menguante
tu rigidez aplasta mi emocional talante.
Comienzo a repasarme, para que nada falle.
Me contagias tu presión y yo la trago
como un veneno.
Yo quiero reír y conversar
y enredarnos el pelo.
No le debes nada a nadie,
y el día que te marches
elige llamarte loco
antes que ser cobarde.
¿Quién soy yo para curarte?
Por debajo de la falda se me sueltan los vendajes.
Para evitar las heridas no sabría aconsejarte.
Para evitar sufrir, no te acerques nunca a nadie.
No dejes que te besen esos huecos que han dejado
los golpes que no te importó sentir.
Esos que han quedado repartidos por tu cuerpo.
A ti te asustan los de dentro.
Los que golpean en el centro y tambalean los cimientos.
Tú vida está hecha de argumentos.
Cincelada a raciocinio y vetada al sentimiento.
Tu organismo es un gobierno
con un tirano presidente,
te va llenando de pretextos
y se calla lo que siente.
¿Quién soy yo para soltarte?
Mis cadenas oxidadas empezaron a aflojarse
por más ayuda que pedí, no aparecía nadie.
Empecé a buscar la llave.
Tardé poco en cansarme.
Comencé a encogerme
hasta hacerme un punto insignificante.
Pude escaparme y estoy aquí,
pero no soy un ejemplo que puedas seguir.
Yo no tengo golpes fuera, solo una pequeña cicatriz
yo los llevo todos dentro, en el núcleo y la matriz.
Por eso puedo hablarte de vivir.
¿Quién soy yo para juzgarte?
No hago más que equivocarme.
Me dejé la razón en el intento
y ahora mi sangre va delante.
Me mareé de girar tanto,
de intentar saltar más alto.
De proteger el castillo
estando siempre a salvo.
Salté por la ventana de mi burbuja perfecta,
desde fuera pude ver, que en realidad era una celda.
Estar tranquilo es la respuesta.
Una introvertida sabe
que esa siempre es la correcta.
Mi soledad es mi castillo,
si quieres lugares curiosos,
te muestro donde vivo.
Pero un día de golpe algo mueve las paredes
tu castillo parece más pequeño de repente.
No sabes digerirlo y te complicas,
y empiezas a luchar con el de enfrente.
No puedes explicarlo ni ponerle una etiqueta,
tu castillo se revienta.
Las piedras golpean
al que se encuentra cerca.
Yo no quiero que te quedes.
Mi tranquilidad está hecha de paredes.
Quiero que a ratos, sueltes el peso y te liberes.
Tu cuerpo pide dejar de ser tuyo,
pide arroyos, cascadas y murmullos.
Te suplica encadenado que le dejes escapar
pero no sabes,
ni quieres
ni puedes.
allí, en la otra acera, por donde nunca pasa nadie.
En la otra estás tú y tu soledad inabarcable.
Desde aquí tus cadenas parecen más grandes.
¿Quién soy yo para salvarte?
Te has quedado inmóvil. No sabes desplazarte.
Si no fluyes con la vida, estás perdido.
Te relajas un segundo y a la vuelta
está todo distinto.
Planear no sirve.
Se vive por instinto.
Controlarlo todo es imposible.
Siempre puedes despistarte.
Deja que te arrastren.
Súbete a unas alas que se elevan cuando arden.
Tu compañía me hace menguante
tu rigidez aplasta mi emocional talante.
Comienzo a repasarme, para que nada falle.
Me contagias tu presión y yo la trago
como un veneno.
Yo quiero reír y conversar
y enredarnos el pelo.
No le debes nada a nadie,
y el día que te marches
elige llamarte loco
antes que ser cobarde.
¿Quién soy yo para curarte?
Por debajo de la falda se me sueltan los vendajes.
Para evitar las heridas no sabría aconsejarte.
Para evitar sufrir, no te acerques nunca a nadie.
No dejes que te besen esos huecos que han dejado
los golpes que no te importó sentir.
Esos que han quedado repartidos por tu cuerpo.
A ti te asustan los de dentro.
Los que golpean en el centro y tambalean los cimientos.
Tú vida está hecha de argumentos.
Cincelada a raciocinio y vetada al sentimiento.
Tu organismo es un gobierno
con un tirano presidente,
te va llenando de pretextos
y se calla lo que siente.
¿Quién soy yo para soltarte?
Mis cadenas oxidadas empezaron a aflojarse
por más ayuda que pedí, no aparecía nadie.
Empecé a buscar la llave.
Tardé poco en cansarme.
Comencé a encogerme
hasta hacerme un punto insignificante.
Pude escaparme y estoy aquí,
pero no soy un ejemplo que puedas seguir.
Yo no tengo golpes fuera, solo una pequeña cicatriz
yo los llevo todos dentro, en el núcleo y la matriz.
Por eso puedo hablarte de vivir.
¿Quién soy yo para juzgarte?
No hago más que equivocarme.
Me dejé la razón en el intento
y ahora mi sangre va delante.
Me mareé de girar tanto,
de intentar saltar más alto.
De proteger el castillo
estando siempre a salvo.
Salté por la ventana de mi burbuja perfecta,
desde fuera pude ver, que en realidad era una celda.
Estar tranquilo es la respuesta.
Una introvertida sabe
que esa siempre es la correcta.
Mi soledad es mi castillo,
si quieres lugares curiosos,
te muestro donde vivo.
Pero un día de golpe algo mueve las paredes
tu castillo parece más pequeño de repente.
No sabes digerirlo y te complicas,
y empiezas a luchar con el de enfrente.
No puedes explicarlo ni ponerle una etiqueta,
tu castillo se revienta.
Las piedras golpean
al que se encuentra cerca.
Yo no quiero que te quedes.
Mi tranquilidad está hecha de paredes.
Quiero que a ratos, sueltes el peso y te liberes.
Tu cuerpo pide dejar de ser tuyo,
pide arroyos, cascadas y murmullos.
Te suplica encadenado que le dejes escapar
pero no sabes,
ni quieres
ni puedes.
Mitades
Necesitas tanto espacio
que me he salido de tu órbita,
y en el transitar me he vuelto microscópica.
Ahora soy un cuerpo extraño.
No me palpo humanidad y he cambiado de tamaño.
Me pides contención
y yo sonrío
ponerle puertas al mar,
de verdad, no es lo mío.
Luego me hablas de locuras
que te quedan grandes antes de hacerlas.
Cuando te asomas te obstruyes.
Y te evaporas. O te encierras.
Me hablas de playas mientras
guardas distancias que se amontonan
en escaleras.
Esas formas correctas y esas reglas
que manejas.
Que no dejan lugar a la magia
pero tampoco a la evidencia.
¿Qué fue de aquel instinto salvaje
y primitivo?
de tanto contenerlo
ha desaparecido.
A veces vienes mucho antes de haber venido,
y cuando salgo a saludarte, hace rato que te has
ido.
Hay días que visito tu pozo húmedo y frío
otras creces y creces a medida que te miro.
A veces cambias, eres alguien distinto.
Percibo la gravedad de tu gesto distanciado
desfile de cuchillas afiladas
en el interior de mi estómago.
Y amaneces siendo otro
simplemente un día.
Poco importa lo fea que se ponga la vida
tu cara de picardía
y tu sonrisa,
llenan de luz esta pocilga.
Pero no puedo, nunca pude
batallar con tu mitad oscura.
Mi mitad brillante se apagaba con la tuya.
Esos destellos resplandecientes que a veces tienes
los llevo cogidos con alfileres
los zarandeas tanto que están apunto de caerse.
Y quiero llevarme la otra parte
la que amé tanto que acabó por devorarme.
Llevármela y aferrarme a ella
como no podré jamás aferrarme a nadie.
Y se que tu parte bella no deja
de pelearse con la otra,
que cada vez será más grande
y podrá hacerle sombra.
Mi parte oscura a mí también me susurra
que siempre nos buscamos pero nunca coincidimos,
porque nosotros y nuestras mitades
ya somos demasiados.
Nos vemos con luz durante un fragmento
ridículamente pequeño
y nos pasamos a oscuras el resto del tiempo.
Tan solo queriendo volver a verlo.
Pero la vida es eso que ocurre en medio.
23 noviembre 2015
Recogerse el pelo
Antes, cuando tenía el pelo largo
había días en que lo recogía y me vestía como un hombre.
Echaba fuera esta tendencia femenina
de ahorcarse con las bridas que yo misma sostenía.
Había días en los que cuando sonaba el despertador
yo ya estaba triste.
Tragaba saliva como el que traga una bola de lana.
Me limpiaba los engranajes con agua destilada.
Tragaba saliva como el que traga una bola de lana.
Me limpiaba los engranajes con agua destilada.
Había otros en que me sentía tan llena de fuerza
y de valentía, que si era imposible detener los trenes
me tumbaba sobre las vías.
Había días en que lamentaba
que hubiese quien mi peso soportara.
Había días llenos de barro
y otros que el agua limpiaba.
Había días en que lamentaba
que hubiese quien mi peso soportara.
Había días llenos de barro
y otros que el agua limpiaba.
Me corte el pelo una tarde en casa
con unas tijeras oxidadas.
Quería cambiar algo y nadie me enseño
a recortarme las taras.
Ahora ya no puedo recogerlo
y no siento sus cosquillas en la espalda.
Quería cambiar algo y nadie me enseño
a recortarme las taras.
Ahora ya no puedo recogerlo
y no siento sus cosquillas en la espalda.
Había días en que interpretaba
la importancia por el número de líneas.
Había días confusos que me empujaban
a escapar y deshacerme de los nudos.
Había días en que echaba de menos mi pelo recogido
escapando a mechones.
Había días en que añoraba aquellas cosquillas en la espalda.
Había días confusos que me empujaban
a escapar y deshacerme de los nudos.
Había días en que echaba de menos mi pelo recogido
escapando a mechones.
Había días en que añoraba aquellas cosquillas en la espalda.
21 noviembre 2015
La mirada que no esperaba
Mientras buscaba, nerviosa, algo con que ocultar mi desnudez
alcé la vista y te miré.
No
era esa expresión la que esperaba,
me
quede fundida, como atrapada por un miedo
que
me impedía analizar tus gestos.
Tú
me lees con nitidez, y yo te leo
con
tanta facilidad que parece
que
con mirarnos, hablemos.
Dolor
y miedo,
enfrentados
a mi cariño y a mi deseo.
Y
las escamas arrancadas por el suelo.
Como
desearía que me mintieses
y
poder creerte.
Tú
no puedes mentir
yo
lo sé con verte.
No
esperaba esa mirada
secando
de inmediato toda la playa.
Pero
me puse la sonrisa de aquí no pasa nada.
Quería
salir corriendo y no
encontrar la parada.
Te
dije - No te preocupes, no espero nada-.
Te
cedí ese espacio que torpemente buscabas.
Sonreí
todo lo que pude
aparenté
la claridad soplándome las nubes.
Quería
huir para que no detectaras
que
mi máscara de dureza se resquebrajaba.
Te
empeñabas en ser un caballero
dándole
importancia a los detalles incorrectos.
De
verdad te lo agradezco.
Hemos
cambiado los disparos
por
pequeñas dosis de veneno.
Vi
en tus ojos tantos huecos,
tanta
incomprensión mal digerida y
una
falta de amor propio desmedida.
Una
batalla constante
Una
ceguera selectiva.
Rota
y asustada
dejé
mi barco a tu deriva.
Recogí
el orgullo malherido y los trapos sucios
me
vertí en tu coche porque ese ya no era mi cuerpo.
Recordaba
las veces que le hicimos pasar por esto.
Me
rendí a tu miedo, a tus telones de acero
a
los columpios vacíos que se mueven con el viento.
Vi
en tus ojos
apabullante
desconcierto.
Un
lugar que invitaba a usar la inteligencia,
en
ese momento pude darme cuenta....
no
es tu forma de mostrarte
ni la altura de tus barreras
es tu miedo desbocado
y da igual lo que te quiera.
Encontré un lugar para llevarte
Encontré un lugar precioso al que llevarte a pasear
pero recordé que detestas perder el tiempo.
Quería llevarte a pasear conmigo hasta perdernos
llenarte el camino de sonrisas,
acabar cenando comida india en un sitio coqueto
y cerrar la noche rodando por tu cuerpo.
Olvidé que eso requiere espacio y tiempo.
Que yo pierdo la perspectiva cuando vuelo.
Hice el camino sola,
ni siquiera pude proponerlo
me falto valor para oír que no.
Hice el camino sola y en tu honor
para no perder el tiempo lo invertí en pensar.
Pensé en las veces que necesité que estuvieras,
cuantas veces habías venido porque yo te lo pidiera
cuanto sacrificio yo te había comportado.
Pensé si eras capaz de ver cómo me siento
si albergabas hacía mí algún sentimiento
si te habías dormido alguna noche echándome de menos.
Caminé durante horas por esos lugares en los que te soñaba
imaginando que mis plumas te servirían de alas.
Pensé en el tiempo que había pasado
vi lo absurdo de mi empeño en entendernos
la ausencia de calidez y el egoísmo
que acabarían por ser mi cementerio.
Ni una lágrima cayó
sentí que mi alma lo sabía antes que yo,
como si hiciese mucho tiempo
ya te hubiese dicho adiós.
Encontré ese restaurante indio
y me senté a cenar.
Era nuestra despedida y tú no estabas.
Le conté a ese silencio que cenaba conmigo
que siempre supe que algún día dejaría de luchar.
Tenía tantas cosas feas asociadas a ti
aún así insuficientes para poderme rendir.
Me venció verme reflejada en la tristeza.
Me venció aquella cena.
Me vencieron la costumbre y la falta de emoción.
Me sorprendí pensando que la vida es demasiado corta
para andar tropezando tanto.
Que no podía ser tan pequeña una mujer que ama, susurra y vuela,
esta, la que aguanto los golpes y te dio caricias a la vuelta.
Que si yo no merezco tu esfuerzo, no habrá quien lo merezca.
Pasé por todas las fases que soportó mi cabeza
recordando que siempre dejaba la puerta abierta.
Siempre, de alguna manera, esperaba que algo fuera diferente
tú, yo, las circunstancias,el momento....
cualquier cosa que lo hiciera funcionar.
Nunca podremos entendernos.
Esas palabras retumbando en mis paredes
demoliendo los recuerdos a su paso
y solo tu ausencia enfrente.
Mis ganas incontenibles de quererte
rompiéndose en pedazos sin que estuvieras presente.
Frenadas por tu frío y por tu miedo
volvieron lastimadas a pedirme que me fuera.
Se hacía de noche y ya no había un cuerpo sobre el que rodar.
Soy culpable de intensidad.
No me sirve mirar por las rendijas y no sé alimentarme de migajas.
En vez de postre, pedí una copa.
Brindé por encontrar la razón para alejarme
me sentí responsable del daño que llevaba
conmigo a todas partes.
Solo yo era culpable.
Y entendí que en el mundo serás para alguien,
aunque no sea yo.
Comprendí que hay alguien también para mí.
Que tal vez los dejamos pasar mientras intentábamos aprender
el idioma del otro.
Que no siempre es suficiente con esfuerzo
que no siempre es suficiente con amor
que casi nunca es suficiente simplemente con deseo.
De vuelta en mi camino
pisando esas hojas secas que serán la portada de mi libro,
miré hacía dentro y vi que aún me quedaba el cariño.
Siempre lo tendrás, porque este imperfecto ser es incapaz de odiar.
En mi bolsa no me llevo nada feo.
De nada me arrepiento.
Aquella noche caminando liberé todo el peso
me despedí de ti y se hicieron limpios los recuerdos.
Aquellos del principio cuando la suciedad no se depositaba en nosotros.
Recordé cosas sencillas y por serlo, más bonitas.
Y se dibujó una sonrisa, liberada por la explosión de tanta esperanza contenida.
Tendrás siempre mi sonrisa cuando esté frente a la tuya
y puedo prometerte que no será fingida.
20 noviembre 2015
Estrellas fugaces
Pienso
que tal vez
es tu piel
la que sabe amar
y tú no sabes.
Pienso
que si consigo irme
tú y yo
seremos libres.
Pienso
que ya giramos
demasiado
que tenemos
el presente
en exceso
remendado.
Pienso
que tal vez mañana
en otra fantasía,
coincidamos
y vivamos
otras vidas.
Pienso
que esas caricias
no eran mías
por eso las guardabas
detrás de las cortinas.
Pienso
que te quise tanto
que agoté
los instantes que tenía
reservados a tu piel
sin darte nunca nada
que pudieras romper.
Pienso
que de tanto esconderlo todo
nos permitimos sólo
decir adiós y convencernos
que fue una estrella fugaz
en lo inmenso de este cielo.
19 noviembre 2015
Volverse loco
Di vueltas a tu contorno,
con instrumentos rotos,
diseccionando cada átomo
comprobándolo todo.
A punto estuve
de volverme loco.
Tu presencia me pesaba
justo detrás de los ojos.
Arrastré los pies
por el camino
había tantas veces
que no podía conmigo.
Y me dejaba ir
con el empuje,
escuché el sonido
del alma
cuando cruje.
Y viví sin mí
por mucho tiempo
pagando el precio
de llevar el alma
al descubierto.
Giré en todas tus norias
pero tú no querías subirme
y se anclo en mi voluntad
que eran las únicas posibles.
Y así dejamos la evidencia
transformada en invisible
Mi soporte se ha quebrado
y roto ya no sirve.
No me quieras
Me pedías que no te quisiera
como el que pide cualquier cosa.
Me resulto difícil no hacerlo
cuando te vi sin la coraza que
sueles ponerte.
Me resulto imposible
dejar de hacerlo
cuando aparecieron
la oscuridad y el miedo.
Seguí sin poder hacerlo
cuando me escupiste a la cara
tus desaciertos.
Cuando te borre de la faz
del universo
pero seguías
viviendo dentro.
Te seguí queriendo
cada vez que me miré las costras
o naufragué en tu desconcierto.
Y tú lo seguías pidiendo.
No me quieras...
porque yo no te quiero.
porque yo no te quiero.
Me resultó imposible ser quien merecías.
Así con el significado que quieras darle.
Te seguí queriendo
de todas las formas que inventó mi empeño.
Seguí, seguí y seguí
porque sé que el amor tiene un fin.
Si no moría de dolor
moriría de cansancio.
Y aquí en este punto
es donde estamos.
He dejado de quererte
por esfuerzo simultaneo.
El mío de chocar hasta romperme
el tuyo de no darte nunca cuenta.
Y he dejado de quererte
cuando he dejado de culparme.
Me he preguntado
qué me has dado
que ha sido eso
que tanto me ha costado.
Lo único que había
era el amor que yo ponía.
¿Y sabes qué?
Me lo he llevado.
Burbujas
Iba inmersa en mi mundo.
En los días grises como hoy
me encierro en mi burbuja
y no dejo que nada entre en ella.
¿Te suena?
He chocado contigo
sólo una sonrisa y mi burbuja ha saltado por los aires.
Los cristales han caído lentamente, como cae la nieve.
Tienes ese poder que no quieres.
Le pones la banda sonora a mis días.
A veces suena un fado melancólico
con escenas a cámara lenta.
Una toma mía dando vueltas
esquivando las lagrimas
para que no puedas verlas.
para que no puedas verlas.
A veces suena una canción preciosa
improvisada.
Una toma de nosotros
aprendiendo a abrir las alas.
He chocado contigo
y tu absorbente apariencia.
Te he sonreído sin pensarlo
como empujada por la inercia.
Iba inmersa en mi mundo
y me veo en la obligación de confesarte
que también tú desordenas mi burbuja.
Que la llenas de aire, de incertidumbre y de dudas
que a veces me vuelvo loca, que tus formas me asustan.
Pero yo creo que la vida es eso
y quiero correr el riesgo.
Que ya no importa si tus costumbres me abruman
yo me lanzo a este mar y hago nubes con la espuma.
Materia
El mundo está compuesto
de las heridas que abro,
y de
las puertas que cierro.
De las cosas que guardo
De las cosas que guardo
de lo que no te cuento.
de
momentos que pierdo,
de cada una de las caricias
que quedaron grabadas en mi cuerpo.
De lo malo y de lo bueno,
de lo real y de lo incierto,
de lo que te llevas contigo,
de lo que te llevas contigo,
de lo
que va quedando muerto
del pasar de las horas
que atormentan mi recuerdo...De todos los abismos
que he mirado desde dentro
de la oscura materia
que alberga mi intelecto.
De las veces que preferí no escuchar
lo que me estaban diciendo
de las veces que yo misma apreté
la venda que me cubría los ojos...
para que no cayera.
De todo lo que hice bien y también
de mis desaciertos....
de eso está mi mundo compuesto.
Golpes
Piel enfurecida
cubierta por tus huellas
no sabe huir de ti
ni filtrarse por tus grietas.
Piel hecha jirones
ajada y descosida
tan fina que anticipa
el surco y los patrones.
Demasiado transparente
delatando sus errores.
Pudimos ser mejores,
pero ni lo somos ahora
ni lo fuimos entonces.
Torpes bailarines
que no entienden los acordes.
Parecen agua mansa
pero fluctúan por los bordes.
Piel desgastada por la fricción de tus roces,
parecían caricias
pero eran solo golpes.
cubierta por tus huellas
no sabe huir de ti
ni filtrarse por tus grietas.
Piel hecha jirones
ajada y descosida
tan fina que anticipa
el surco y los patrones.
Demasiado transparente
delatando sus errores.
Pudimos ser mejores,
pero ni lo somos ahora
ni lo fuimos entonces.
Torpes bailarines
que no entienden los acordes.
Parecen agua mansa
pero fluctúan por los bordes.
Piel desgastada por la fricción de tus roces,
parecían caricias
pero eran solo golpes.
18 noviembre 2015
Puedo ser indiferente
Puedo ignorarte.
Como
ignoro el aire
entrando
en mis pulmones.
Como
ignoro el desgaste
de mis
huesos
cediendo
al tiempo.
Puedo
obviarte.
Ya lo
hice con tus defectos.
Con ese
miedo que transformó
las
confesiones en silencios.
Puedo
dolerte.
Como
duelen
las
ventanas sin cerrar.
Como me
duele esta
práctica
pasividad.
Me debes
razones
que
justifiquen el daño,
las
necesito para hacer
vendajes
nuevos.
Puedo
odiarte.
Como se
odian las cadenas
que no
logras arrancarte.
Como
odio esta fragilidad
cediendo
a las sacudidas
que
generas, sin pensar.
Puedo
borrarte
El
tiempo hará la mayor parte.
Apartarme,
esconderme
y resguardarme.
Puedo
olvidarte.
Como
olvido
que las
buenas intenciones
están
rodando en tu pasillo.
Me quedo
con los libros que te traje
del
viaje.
Tú
puedes descorchar el vino
para
brindar con alguien
distinto.
Puedo
romperme
como se
rompen las paredes
que no
pueden contenerme.
Cuando
actuó como si fuese
a poder
hacerlo siempre.
Puedo
ignorarte
como
ignoro el hecho evidente
de que
ya nos ha arrastrado la corriente.
Puedo
ser un extraño,
puedo
ser indiferente.
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