A veces el mundo me horroriza.
y cuando digo mundo, hablo de seres humanos.
Me horroriza el fanatismo.
Que la vida sea tan frágil.
Que una persona pueda acabar con la vida de otra a la que ni siquiera conoce.
Causar terror.
Sembrar el miedo.
Demasiadas personas están llorando hoy por unos ojos que no volverán a mirar.
París. Una cuidad preciosa que mereció llevar su nombre asociado al amor.
La ciudad de la cigüeña que nos traía a todos desde allí.
Más de 100 almas suspendidas en el aire.
El 11 de marzo de 2004 me desperté tarde.
Recuerdo lo que comí
la ropa que llevaba puesta.
las conversaciones que mantuve.
El terror grabó ese día en mi memoria.
Ellos saben que el miedo es el más poderoso instrumento.
El miedo nos hace esclavos.
Esconderos en casa y no salgáis, Y el miedo ha ganado.
Todos moriremos en algún momento.
Hoy París sigue siendo bonita.
Con la tristeza de sus habitantes en los ojos.
Con las calles ocupadas por el ejercito.
Con el ruido de las sirenas de los equipos de emergencias.
Con la sangre en el suelo.
París seguirá siendo bonita.
Hoy mi humanidad se siente más pequeña
mermada por la irracionalidad y la destrucción que suponemos.
Hoy hay mas tristeza en quienes creemos que puede haber un mundo mejor,
y más odio entre quienes necesitan culpables.
Eso es lo que han ganado.
Pero la vida sigue y seguirá para otros,
es inevitable ver pasar la tristeza y el odio,
extender la mano y sembrarlos en tu tierra.
El fanatismo y la maldad de algunos hombres no depende de su Dios.
Ni de su raza.
Lo peligroso son sus creencias.
La ambición desmedida.
la absoluta incomprensión.
La retorcida venganza.
La imposibilidad de vernos como iguales.
La falta de respeto por la vida. Con lo que cada vida supone.
La rabia que heredamos para después contagiarla.
Las fronteras que marcan donde está tu casa y donde está la mía.
Pese a todas ellas
hoy en París vuelve a hacerse de día.
La force réside dans l'absence de crainte