21 noviembre 2015

La mirada que no esperaba

Mientras buscaba, nerviosa, algo con que ocultar mi desnudez
alcé la vista y te miré.

No era esa expresión la que esperaba,
me quede fundida, como atrapada por un miedo
que me impedía analizar tus gestos.

Tú me lees con nitidez, y yo te leo
con tanta facilidad que parece
que con mirarnos, hablemos.

Dolor y miedo,
enfrentados a mi cariño y a mi deseo.
Y las escamas arrancadas por el suelo.

Como desearía que me mintieses
y poder creerte.
Tú no puedes mentir
yo lo sé con verte.

No esperaba esa mirada
secando de inmediato toda la playa.
Pero me puse la sonrisa de aquí no pasa nada.

Quería salir corriendo y no encontrar la parada.

Te dije - No te preocupes, no espero nada-.
Te cedí ese espacio que torpemente buscabas.
Sonreí todo lo que pude
aparenté la claridad soplándome las nubes.

Quería huir para que no detectaras
que mi máscara de dureza se resquebrajaba.

Te empeñabas en ser un caballero
dándole importancia a los detalles incorrectos.

De verdad te lo agradezco.

Hemos cambiado los disparos
por pequeñas dosis de veneno.

Vi en tus ojos tantos huecos,
tanta incomprensión mal digerida y
una falta de amor propio desmedida.

Una batalla constante
Una ceguera selectiva.
Rota y asustada
dejé mi barco a tu deriva.

Recogí el orgullo malherido y los trapos sucios
me vertí en tu coche porque ese ya no era mi cuerpo.
Recordaba las veces que le hicimos pasar por esto.
Me rendí a tu miedo, a tus telones de acero
a los columpios vacíos que se mueven con el viento.

Vi en tus ojos
apabullante desconcierto.
Un lugar que invitaba a usar la inteligencia,
en ese momento pude darme cuenta....
no es tu forma de mostrarte
ni la altura de tus barreras
es tu miedo desbocado
y da igual lo que te quiera.